lunes, 16 de julio de 2012

Primer contacto

Armar el telescopio era el primer reto. No fue complicado, solo hubo que seguir las instrucciones del manual y luego de una hora ya estaba listo para "el debut", solo que aún eran las 3 de la tarde. La ansiedad crecía y la noche se hacía desear un poco, pero nada más restaba esperar. Mientras, empecé a "jugar" un poco con un software de libre distribución que lo recomiendo 100%. Se llama Stellarium y viene a ser algo así como una carta estelar en tiempo real, interactiva, configurable y extremadamente útil para localizar objetivos en el cielo, ver cómo lucirían en la mira de nuestro telescopio, y ¿por qué no?, aprender un poco más sobre constelaciones, planetas y todo tipo de objetos celestes. Lo pueden descargar de www.stellarium.org.

Apenas el sol se puso en el horizonte, salí al patio. Era el momento de mirar al cielo por primera vez. Busqué un lugar desde donde tuviera buenos ángulos de visión, como para poder apuntar en cualquier dirección, así podría elegir mayor de cantidad de objetivos. Una vez que puse la montura en estación (algo que aprendí por la tarde leyendo información en foros y sitios de internet), miré hacia arriba y me invadió una gran confusión. Era muy difícil poder reconocer cada punto luminoso, incluso pocos minutos después de haber visto en el programa dónde estarían más o menos cada uno. Volví a consultar el software y tomé la decisión de observar Saturno, ya que debido a la hora, parecía el objeto más fácil de encontrar en ese momento. Me tomó bastante trabajo encontrarlo con el telescopio, en un momento no sabía si tenía en la mira a Saturno, Spica, Marte o la estrella Arturo. Mi desorientación era grande, y más aún la hacía el hecho de que no lograba hacer buen foco con el ocular. Luego de un rato, los puntos borrosos empezaron a ganar brillo y consistencia, pero las lámparas del alumbrado público deterioraban mucho las condiciones. Tal es así que nunca supe si realmente tenía a Saturno en foco. Yo solo podía ver un punto de luz amarillento, sin rastro de anillo alguno. Se hizo la hora de la cena, por lo que recogí el equipo y me fui para adentro. Decidí que intentaría nuevamente más tarde, cuando Venus o la Luna estuvieran al alcance.

Puse el reloj despertador a las 5:30, ya que era la hora en que el stellarium decía que Venus haría su aparición por el este. Lo que no había tenido en cuenta es que todavía estaba bajo en el cielo, y la pared de la casa del vecino me obstruía la vista. Pensé en Júpiter, que también asomaba en esos momentos, pero corría la misma suerte. Lo único que tenía a mano era la Luna, en realidad había miles de otros objetivos, pero luego de la experiencia anterior, sólo quería algo fácil de ubicar y enfocar. Así que apunté hacia allí, puse un ocular de 25mm, tuve una breve pelea con los mandos finos de la montura (al principio los movía intuitivamente en sentido contrario) y finalmente ahí estaba. Brillante, con detalles que jamás le había visto en vivo y en directo. Parecía que estaba tan cerca, llena de "pozos" y "manchas" y esa sombra que no dejaba duda alguna de su forma esférica. Para que se hagan una idea de lo que vi, les dejo una imagen obtenida en la web que se aproxima bastante en detalles.


Fue entonces que supe que mi inversión valió la pena. Y que ahora sólo era cuestión de aprender, practicar, conseguir mejores lugares de observación y disfrutar de algo que realmente no se puede contar. Porque no existe comparación alguna entre una foto, tomada por alguien, en algún lugar, con la experiencia de ver con tus propios ojos las maravillas que están allá afuera.

Antes de terminar quería agradecer a la gente de Espacio Profundo que me han dado algunos consejos y donde pude encontrar mucha información útil para iniciarme en esta tarea.

Por ahora es todo, hasta la próxima entrada.

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